sábado, 19 de septiembre de 2015

Prohibido Jugar

El final del verano da paso al inicio de la rutina diaria. Curiosamente hay muchas personas que agradecen volver al trabajo; ¡parece que pasar demasiado tiempo con su familia les sobrepasa!

El final del verano también es el momento de volver a coincidir con amigos; es tiempo de contarse muchas cosas y últimamente, uno de los temas que no fallan, son nuestras batallitas sufridas, y casi siempre perdidas, al intentar jugar a algún juego de mesa en bares, terrazas,... Seguro que todo el mundo ha vivido una experiencia de este tipo.

Puedes sentarte en la mesa de un bar, pedir un café, con leche bien calentita para que te dure mucho, y pasarte horas leyendo cualquier libro. ¡No te dirán nada!

Puedes ocupar la mejor mesa del restaurante con unos pocos adultos y un montón de niños y dar a los críos algún móvil o consola para que vayan jugando por turnos. Aunque ellos solo hayan pedido un vaso de agua, ¡no te dirán nada!

Puedes juntarte con un amigo y pasarte horas y horas arreglando el mundo mientras los hielos de lo que fue tu refresco se acaban fundiendo. ¡No te dirán nada!

¡Pero ten cuidado! Pon sobre la mesa un Sushi Go!, saca el CATAN Junior o prepara una partida de Carcassonne y verás que la cosa cambia.

Algo extraño ocurre con los juegos de mesa. Puede ser el miedo del gerente a que ya no vayas a consumir nada más, puede ser el temor de que no te vas a levantar de la mesa hasta la hora del cierre o incluso la sospecha de que algo peligroso estás tramando. Es difícil saber qué es pero el final suele ser siempre una invitación a que recojas el peligroso artilugio que has osado poner sobre la mesa.

Mientras tanto el señor del libro sigue en su mesa sin consumir nada más, los dos amigos siguen arreglando el mundo ocupando una mesa en la que caben cuatro personas y los niños del móvil se pelean por jugar, gritan, tiran cosas y molestan a todos los que están en el restaurante.

Algo extraño ocurre con los juegos de mesa. Parece que está Prohibido Jugar. ¡Ojalá la cosa cambie! Quizás la solución venga por la insistencia de los clientes-jugadores o por alguna iniciativa liderada por las principales editoriales, pero lo que es indudable es que encontrar un equilibrio entre ganas de jugar e intereses de los restauradores supondría un enorme empujón para el mercado y el ocio de los juegos de mesa.

¡Ojalá la cosa cambie y Jugar deje de estar Prohibido!



Carcassonne, Pieza de Inicio